Preparando uma matéria para a revista náutica Velejar, chego a Buenos Aires e vou direto ao encontro do navegador Enrique Celesia para entrevistá-lo.
É uma tarde fria e chuvosa de agosto e durante umas duas horas procuro conhecer melhor suas idéias e seus planos de ser o primeiro argentino a fazer a volta ao mundo em solitário e sem escalas ao longo do paralelo 40, ou seja, na altura dos icebergs que se desprendem da Antártida.
E é entre suas considerações sobre vários assuntos entre os quais confessa sua grande admiração por Vito Dumas, que descubro seu apêgo ao ciclismo.
Afirma-me ser seu veículo particular de transporte terrestre. Por água, é claro, dispõe do barco que vem construíndo há 10 anos com o fim de executar seu projeto. A bicicleta fica no convés amarrada ao mastro.
Só creio que em sua viagem, como não terá escalas, não deverá levá-la.
Mas até lá ela permanece bem próxima como uma companheira que o ajuda a levar adiante o seu sonho.
Ao voltar para o centro da cidade Enrique me acompanha pois tinha uma reunião.
Dentro do trem que tomamos em San Isidro vêm alguns ciclistas com suas bicicletas. Ao chegarmos à imponente estação Retiro descemos todos juntos mas os ciclistas vão se misturando à multidão que se encaminha para a saída. Eu e Enrique passamos pelo Hotel Sheraton que na década de 70, antes do golpe militar, os movimentos populares idealizavam transformar num hospital para crianças.
"Qué lindo, que lindo, qué lindo que va a ser, el Hospital de Niños en el Shératon Hotel..." , confessa-me que cantavam nas manifestações políticas .
Atravessando o imenso espaço aberto das avenidas circundado por um impressionante conjunto de edíficios dentre os quais se destaca, pelo seu porte e impressão de solidez o Edificio Kavanah, seguimos caminhando pela calle Reconquista até o hotel , na esquina com Tucumán, onde nos despedimos.
Os ciclistas não sei que destino teriam tomado.
Espalharam-se por Buenos Aires desaparecendo incógnitos dentro da noite.
( foto Giacomo Orlando)
Hola Paulo, muchas gracias.
ResponderExcluirLa nota está muy linda, y el blog es muy poético y profundo.
Comparto totalmente su filosofía y la idea de que Buenos Aires es un monstruo devorador (y transformador) de culturas y de hombres.
Un detalle del que no hablamos: regalé el último auto que tuve, un Mehari. y juré no volver a reincidir. Mi carnet de conductor se venció hace 15 años y tampoco lo renové. Solo viajo en barco o bicicleta, (a veces en tren con los amigos...)
Te mando un abrazo
Enrique
Enrique, al salir de estación Retiro el scenario es muy impresionante... uno se siente una hormiga y nuestras fuerzas de ciclistas , tán pequeñas, sólo pueden transformar alguna cosa después de un largo tiempo. No debemos sin enbargo desistir
ResponderExcluirPaulo, com mucho interes estuve mirando tus sitios, vi un artículo que publicaste, de nuestro amigo y hermano Enrique Celesia.
ResponderExcluirHas descubierto en pocas frases lo que es verdaderamente Enrique en la vida, una bicicleta y su barco, al que construyó con sus propias manos y con muchísimo tesón y esfuerzo, y algo de ayuda de unos cuantos amigos.
Ernesto, mi conocimiento de Enrique fué avanzando por etapas, por "señales", referencias que fueron surgindo. Primero hace mucho tiempo con Alejandro ( una historia que tal vez venga a narrar), después por Luís y finalmente Hernán.El encuentro con Enrique fué solo en la tercera vez que estuve en el Vito Dumas.
ResponderExcluirTus palabras, reproducidas arriba parcialmente, me ayudan a tener más
luces en mi búsqueda de lo que sea, dentro de la navegación, el encuentro con nuestros sueños, con nuestros ideales, quizás con nuestros semejantes o con nosotros mismos o hasta, quizás, a quienes vean este camino, con Dios.Muchas gracias
I like the concept of "the bike as companion that helps him carry on his dream."
ResponderExcluirFor a moment I could see myself on the Calle Reconquista "disappearing into the night."